lunes, 22 de septiembre de 2008

PALAMEDES SOUSA
Palamedes y el tiempo
Palamedes Sousa volvió a mirar su reloj. No podía ser ya eran las diez ya habría comenzado el acto. Sentía que el tiempo no había transcurrido tan deprisa como le indicaba el reloj y una nubecilla de desconfianza ensombreció su rostro mientras lo guardaba en el bolsillo del chaleco. Hacía tan solo un rato un momento, marcaba las nueve y ventisiete minutos. Puso su mente a cavilar con suma dedicación en lo que había hecho esa mañana.

Acababa de vestirse para ir a la presentación del nuevo libro de un amigo, antes se había entretenido un poco en su aseo personal sí, pero tan solo un poco. También había respondido amablemente al vendedor telefónico que fracasó en su intento de hacerle una demostración doméstica de un aparato... No recordaba que era si un colchón neumático o hidráulico no recordaba. Hay que ver a que horas llaman esos perturbadores se dijo Palamedes Sousa dejando fluir sus pensamientos hacia el pasado inmediato.

Salió de su ensimismamiento y dirijiéndose a la cocina contrastó la hora con el reloj de pared. Las diez y veinte. Estaba claro que aquella mañana los relojes se habían confabulado para obligarle a darse prisa. Ya conocía el juego: El reloj te marca el tiempo y tú te mueves a donde debes estar. Si por algo se había jubilado era por abandonar tan estúpido jueguecito.

Cogió el libro de su amigo que había llegado junto con la invitación, se quitó la chaqueta y sentándose en el sofá del comedor comenzó a leer el primer poema.

El sonido del teléfono le despertó "Paso a recogerte" dijo la voz "estate preparado que vamos con el tiempo justo". Solo había sido un sueño.

Palamedes Sousa se puso mecánicamente la chaqueta y palideció al verse elegantemente vestido en el gran espejo del comedor. Nerviosamente abrió su reloj que marcaba las diez menos diez...