viernes, 2 de julio de 2010

POÉTICA DE BOLSILLO
SOLO UN HOMBRE
La rabia que contaminaba todo su ser le enfurecía el ánimo. En aquella calurosa madrugada Álvaro trastabillaba sus pasos por un asfalto moteado de viejos chicles negros que le ayudaban a mantener la vertical aunque otros mucho más pegajosos le sometian a arriesgados ejercicios de funambulista para no caer en medio de la calle donde paseaban putas y turistas, perros y policias, raterillos y algún cineasta de icógnito buscando escenarios castizos para sus películas de moda.

Álvaro iba bien bebido, mucho. El mundo era una estafa. ¿Como es que el alcohol no le había pacificado? ¿Por qué era tal como era? ¿Acaso no quisiera ser de otra manera? ¿Por qué estaba tan solo? ¿Lo estaba de verdad o solo lo sentía así?

La luz amarilla de las farolas como un torrente humillante de orines iluminaban su sudor de animal que sin saber por qué, se siente acorralado.

Estas preguntas se iba haciendo Álvaro del cual solo sabemos que se creía poeta y que había decidido volver sobre sus pasos cuando escuchó, a la vuelta de una esquina las siguientes palabras:

- Dame lo del payo, cabrona
- Hay mi amor pero si ya te lo dí todo. Déjame alguna plata para la pensión.

Álvaro dobló por última vez una esquina.

- Oye maricona de mierda trabajas para mí.
- Pero por favor regístrame. Te lo he dado todo.

La semi-hembra se arrojó a los piés del chulo reclamando parte del mercadeo y éste comenzó a patearla con métodos aprendidos en cárceles lejanas.

Álvaro iba bebido, era su destino. Corriendo a trompicones se echó sobre el sicario y comenzó a darle bofetadas.

- Vete a tu país cabrón de mierda. Deja tranquila a esta mujer.

Mientras la navaja salía de su pecho y era arrojada a una alcantarilla Álvaró pensó ¿Quien me habrá empujado a meterme en esto?

Lo último que Álvaro oyó fué el llanto de una mujer.

- Aquí Platón 34. Tenemos un 045 en la Rambla del Raval. Cambio.