lunes, 5 de marzo de 2012

SUBASTA DE MAREA BAJA

Estoy a punto, noto algo que quiere salir de mi pecho,
no dejaré que me distraiga ni la música,
ni el coche que pasa por la calle
ni los diversos acentos de voces extrañas
ni siquiera mis obligaciones domésticas.

Es como si algo se hubiese desprendido
once mil yardas abajo, en el mar
y estuviese subiendo precedido por el rumor
del reflujo inusitado de una marea baja de silencio.

Se está creando un hueco en mi alma
y siento miedo de la violencia
con la que va a ser llenada
la habitación de mis ignorancias
con palabras arrogantes, exigentes
en sentido, métrica y elegancia.

Ya borbota el mar bajo mi barca
que deriva su rumbo al pairo
y solo se me ocurre tirar las redes
mientras mi corazón late sin control
intentando atrapar semejante pecio.

¡Que no se me escape, que no se me escape!

El trinquete se queja con ruidos circulares
mientras la red sube unos pocos versos
cada uno culebreando en la cubierta
frescos como jureles plateados
expuestos por primera vez al aire,
al sol, al egoísmo de mi mirada,
hambrienta cazadora de sílabas y palabras.

Y comienzo a ponerlos en la caja
todos muy bien ordenaditos.
Son solo tres esta jornada:

"Si soy, me mata."
"Si me la niegan muero."
"Vida, nada más."

Llamo a la lonja ofreciendo la mercancía
y recibo la oferta de presentarla a la baja.

Ya atraqué mi barca, ya mis redes
están ordenadas, ya cojo la caja
llevando en mis brazos la esperanza
de que mis pescaditos valgan algo en la subasta.

Comienza por cien la puja
y vertiginosamente va bajando el número de interesados
mientras el subastador, indiferente al valor de lo anunciado,
proclama la calidad del producto:

“He aquí tres jureles plateados,
son pocos pero de gusto exquisito,
traídos hoy mismo desde los más
profundos abismos marinos
de los mares japoneses.
Cien, noventa y cinco, noventa, ochenta y cinco..."

Y nada... nadie puja quedando la subasta desierta.

Recojo mi mercancía, la miro con cariño
y siendo como son hijos de mi esfuerzo les digo:
“No os preocupéis si mañana seguís frescos
darán por vosotros el alma”