viernes, 28 de septiembre de 2012
ESPEJO
¿En qué estás pensando?, dice la entrada que me invita a escribir. Pués estoy pensando que la vida no es fácil. Me diréis que a mis 64 años ya era hora para haberme dado cuenta. Pués no; no me había dado cuenta porque me había creído la sentencia "vive y deja vivir" y me estoy mosqueando mucho porque esa frase me parece que no me ha funcionado.
A medida que me voy haciendo viejo pensaba que iría ganando en seguridad interior, en personalidad y manifestarla con orgullo ante mis semejantes; por este orden que fundó Josep Plá y que yo amplío: Amados, amigos, conocidos y saludados.
Y no hay manera, no señor, ni hablar. Todos tienen su concepto de como debería ser y, si son descaradamente íntimos, incluso me lo dicen a la cara, a veces con malos modos que me amargan las noches.
Lo que me llama la atención es que los seres más próximos se permiten las críticas más acerbas lo que hace preferir las calles más que las habitaciones de la casa.
Me pregunto si seré tan raro por querer ser quien soy si los que, en teoría me deberian conocer mejor que los extraños, me riñen mientras mi corazón se siente más confortado con quien no me conoce.
Será quizá que la seducción ha terminado y todos nos vemos pobres cuanto más disminuye la curiosidad y la pasión. Comprendo el enfado.
He llegado a la conclusión que soy un espejo para los demás. Un espejo oxidado, un espejo cóncavo por aquí y convexo por allá, un espejo de aquellos del circo donde los mios ya se han cansado de mirarse y los nuevos se divierten.
Un espejo roto en el que en cada retal se ve la imagen que cada uno ve lo que puede: Mi aspecto insano, mi charla larga, mis opiniones arrebatadas, mis cursilerías sentimentales, mis cambios de opiniónes definitivas, mis miedos apocalípticos, mis adicciones inveteradas , mi piscina sin agua donde me lanzo cada mañana, mi bolsillo donde solo cabe mi mano, mis perpetuas ganas de llorar, mi capacidad de comprender el mundo como la Nada.
Y habiendo dicho todo esto - que no es mentira - me he confortado. No quiero dejaros tristes, estoy bien. Una vez evacuada la angustia seguiré siendo vuestro compañero un poco ingenuo, dispuesto a la risa y fiel hasta el final que mejor sería ni nombrarlo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)