sábado, 10 de marzo de 2012

DELIBES REVISITADO
(Copla malvada)

Amanecen carámbanos
colgados de los olivos.
Son las lágrimas del frío
de la estepa castellana.

Las tórtolas ateridas
picoteaban semillas
de las matas congeladas
comiendo, bebían agua.

La niebla se levantaba
y también las palomitas
y con ellas mi mirada
con la escopeta apuntaba.

¡Que desplume afortunado!
Tres cayeron hacia el alba.
¡Corre Chimo, dije al perro!
Pasmado el perro, pues nada.

Tres perdices en la tierra,
un perro desobediente,
y un sillón que me esperaba
en el Norte de Castilla.
ESTAMPAS ROTAS

He bajado a comprar al supermercado cuatro cosas necesarias y al volver, ya en la acera de mi casa, delante de mí iba una chica de unos dieciocho años, toda ella negra. Negra su piel, negro el pelo, negros los pantalones, negro el gracioso gabán que llevaba. Un tipo como para fijarse, alta, espigada, un bolso negro en su mano derecha. De pronto vi que cojeaba violentamente y se me partió el corazón. Su pierna derecha no respondía a la cadencia que la izquierda le ofrecía. Su cojera era tan pronunciada que sus pasos parecian un esfuerzo titánico por seguir adelante. Ya tenía el corazón partido cuando además vi que entraba con su propia llave en la escalera donde hace años yo había vivido.

Me metí en la mia casi corriendo por la vergüenza de no tener esa gran dificultad con la que luchar toda la vida. Me sentí culpablemente mimado por la vida.

Instantes después recordé que Iris, mi hija, lleva una cadera de titanio desde los 29 años.

A veces desearías ser ciego para determinadas cosas
HIGINIO

1

Jubilado ya, antes ejercí de informático desde los orígenes de esa tecnología y siempre tuve sumo placer en escribir con concisión, arte y elegancia mis programas no solo para facilitar la vida a las máquinas y los usuarios si no también a otros programadores que tuvieran que corregirlos por si en algo me había equivocado.

Esa búsqueda de perfección la aprendí viendo y oyendo a mi padrino Higinio durante muchas tardes y bastantes noches cómo hacía zapatos. Zapatos hechos desde el alfa al omega, totalmente a mano mientras me lo iba explicando cuando yo tenia menos de doce años.

Yo no sabía en que trabajaba mi padre, solo le veía salir y entrar en casa vestido de militar pero mi padrino era otra cosa: Yo veía como de sus manos salían zapatos. Para mí fue el descubrimiento de una realidad.

Los zapatos de boda, las botas para el campo, los de baile, incluso los zuecos de madera. Las diversas calidades del cuero, la paciente tarea de batirlo hasta ablandarlo, el martillo apropiado para hacerlo, las cuchillas ¡ay las cuchillas!, las costuras, cuerdas y lazos... y muchas más cosas.

Higinio, campeón ciclista de Galicia en 1932 y reiterado desertor del ejército rebelde, putero y artesano que en los murmurios de la familia era poco menos que una bala perdida, plantó en mí uno de los pilares de mi vida: El gusto por el detalle en la obra bien acabada.

2

En su casa de Ferrol tenía una pequeña cuadra donde cada año crecía una cerda que compraba ya madurita en las ferias comarcales. Le ponía un nombre que siempre era María. Cada día daba manguerazos a la cerda y la cuadra. No extrañará si digo que la alimentaba divinamente. Cuando la cerda estaba en sazón, le hacía una foto con una Polaroid y a los pocos días ya era la cerda toda chorizos, jamones y secretos que regalaba a la familia. Las fotos las guardaba en su mesilla de noche, cada una con fecha y todas con el mismo nombre: María. ¡Qué perfección en los detalles!

y 3

La última foto de María data del año 1992 porque a finales del mismo, él que en su juventud se había jugado la vida como ciclista en las carreteras, murió atropellado por un coche al salir de casa. En Galicia las casas y las carreteras tienen una relación peligrosa por demasiado próxima.

Aquí no cuidó los detalles porque faltó una bicicleta para que su muerte fuese, además de triste como todas, gloriosa.