POÉTICA DE BOLSILLO
FOTO ROBADA
Álvaro tenía alguna experiencia cuando tuvo la oportunidad de ver a una auténtica mujer despierta en su soledad. Le hubiera gustado ser un trovador de los colores como Ingres o un arquitecto de las formas como Picasso pués la luz era perfecta y la rotundidad de sus carnes ofrecian a su imaginación las claves de la memoria dispuesta a ser expresada en decenas de estilos.
La Dama yacía desnuda en una libertad perfecta, ignorante al ojo que la miraba y de la luz de la lámpara que la dotó aquel día del volumen carnal que la separaba del mundo. Álvaro supo que estaba viendo la esencia de la feminidad abandonada a la propia instancia del ser mujer.
¿Hemos de hablar de la planta de sus piés y sus dedos rotundos como avellanas? ¿O quizá del desmonoramiento de sus senos plácidamente relajados? ¿O de la la geometría fluvial de sus piernas por la luz tornasoladas? ¿O de sus ojos ausentes de toda coquetería mientras leían las líneas de un texto banal que la arrastraba al sueño?
Álvaro se retiró silenciosamente un poquito asustado pero contento con la foto que llevaba dentro.