PALAMEDES SOUSA
Palamedes y el silencio
Palamedes Sousa no era un entusiasta del silencio ni siquiera aficionado. Es que por ejemplo a mí la pintura no me dice nada y menos los bodegones dicen que decía. Venga Palamedes no será para tanto seguro que algún cuadro te gustará pues no eres un patán apuntó alguien mientras el humo de los puros empujado por el tintineo de las cucharillas silente ascendía.
El vacío creado por la ausencia de su apellido le producía un horror telúrico. Se está perdiendo la educación Palamedes, concediéndose el privilegio de nominarse por lo corto.
Bueno sí algunos de los gritos de Munch. Parece que quieran decir algo, concedía ya menguada su ira.
Sentía especial ternura por los perros cuando con sus ojos desesperados y la jadeante boca abierta parecen querer decirnos algo. Algo importante como el tipo ese del cuadro. Quizá sea algo que la humanidad necesita saber urgentemente y ellos lo sepan, se decía Palamedes Sousa.
Fue mucho más tarde cuando Palamedes Sousa reconocería ese momento como el instante en que el Silencio se giró hacia él y ya nada sería igual entre los dos.