EL SILBO
Hay una manera de gritar
que no consiste en elevar la voz
y la aprendí en Tenerife
una noche de ruido y samba
donde mi voz natural no era escuchada.
Practiqué el silbo insular,
puse mis caprichos en los labios
y silbé silbidos que bajaban a los valles
y se encimaban a las montañas
de páginas que llevaba en el bolsillo.
Hoy alguien lejano, aquel que escribió ese libro
me silbó esta mañana
y sentí que habitaba un valle
frondoso de ideas y tareas comunes
que hace tan solo un año ni imaginaba.
Algo de esto importa en la vida,
estoy casi seguro:
Las almas gemelas disponen de
algunas estancias abiertas
y perras como son,
solo necesitan un silbido firme
para concordarse.
El resultado es sumamente delicioso.
Creo que estoy hablando del amor
Hay una manera de gritar
que no consiste en elevar la voz
y la aprendí en Tenerife
una noche de ruido y samba
donde mi voz natural no era escuchada.
Practiqué el silbo insular,
puse mis caprichos en los labios
y silbé silbidos que bajaban a los valles
y se encimaban a las montañas
de páginas que llevaba en el bolsillo.
Hoy alguien lejano, aquel que escribió ese libro
me silbó esta mañana
y sentí que habitaba un valle
frondoso de ideas y tareas comunes
que hace tan solo un año ni imaginaba.
Algo de esto importa en la vida,
estoy casi seguro:
Las almas gemelas disponen de
algunas estancias abiertas
y perras como son,
solo necesitan un silbido firme
para concordarse.
El resultado es sumamente delicioso.
Creo que estoy hablando del amor