RETABLO DE LA INOCENCIA
Ni un anciano con su paloma es suficiente
para hacerme creer en el hijo de una adúltera
que pretendió engañarnos a todos con su buen rollo
mientras a su alrededor ocurrían cosas más importantes
que una borrachera en una boda o una siesta en la montaña.
Ni un barbudo violento y pederasta, pastor de doce mujeres,
podrá taparme la boca como hizo que se las taparan
aquellas que intentaron probar ante sus semejantes
el enorme engaño de su ano-profética conducta
humillando para siempre a nuestras hermanas.
Ni siquiera aquellos que siguen esperando
lo que a todas luces ya ha ocurrido
podrán convencerme de la bondad humana
y mucho menos de la divina viendo
los muros que levantan con sus delirios.
No confiéis en que siga creyendo en la bondad humana
porque lo tenéis crudo. Como mucho creeré,
en la bondad de algún individuo, tomado de uno en uno,
con la bondad del polvo, con la bondad de la nada
que dijo aquel despistado poeta sin mirarla a fondo.
Fundamentando vuestros proyectos sobre los cimientos
de mi silencio, crecéis como la hierba mala crece
arrebatando todos los nutrientes del suelo,
convirtiendo mi vida en un desierto cuya noche
se llena de aullidos interminables de protesta.