viernes, 26 de noviembre de 2010

MICRORELATOS
PALAMEDES Y EL SUPER
Palamedes llevaba sus tres bolsas llenas del supermercado donde había adquirido aquello que le hacía ilusión preparar en la cocina . Unos cuatro kilos de viandas y dos botellas de buen vino blanco.

Un señor envejecido, que a Palamedes le resultó premonitorio, le extendió la mirada y la mano de manera insoslayable pidiéndole ayuda.

Palamedes se vió en aquella persona y le ofreció dos de las bolsas cargadas de alimentos ocultando en su oferta la de los vinos. Toma, le dijo, es todo lo que llevo. Mentía pero poco.

Palamedes volvió al supermercado a recomprar lo que había regalado.

Fué cuando en el chaleco, el reloj marcó la hora de su programa de radio favorito y subió corriendo a la casa intentando controlar las pulsaciones coronarias de sus arterias engalanadas por la nieves de sus años, fué - decimos - cuando sintió que se había portado bien. Y sus pulsaciones bajaron a un ritmo normal.

Palamedes Sousa, mientras cocinaba, bebía un vino blanco esmerilado.

Y ahí lo dejamos.