ECLIPSES
Tu silencio elude el compromiso
aquello contradictorio
que soñaste mientras dormías:
fuerte, serena, apasionada,
débil, inquieta, colmada.
vacía de la plenitud
que entregaste en tu mina
al explorador que supo hurgarte
en lo más profundo de tus entrañas,
olfateas en la noche
una felicidad insospechada,
entregándote al dictado de las estrellas.
Llegando el nuevo día,
llega aquel Sol rutinario
al cual crees tener derecho
que nadie te ha concedido
y eclipsas el alma,
la interpones contra el cuerpo
y te muestras oscura y apagada
mientras olvidas tus sueños
como se deja la mena de un tesoro
en la boca de una mina abandonada.
Se acaba la noche, huye la calma,
vuelve el frenesí de decidir en cada instancia
si quiere el cuerpo ser alma
o el alma su contrario.
Uno y otra se eclipsan al amanecer
en la agonía de cada madrugada.