PALABRAS AL VIENTO
Tengo ganas de escribir, algo me empuja desde dentro pero no tengo pajolera idea de lo que pueda ser.
Quizá moviendo los dedos, rectificando errores y buscando una prosodia musical ayude a salir
lo que me hincha el pecho, lo que me aprieta. Creo que estoy rompiendo aguas.
Si es un alarde, lo expondré como juvenilmente hacíamos tonterías para asombrar a nuestros amigos. Será un alarde y quedará como anécdota.
¿Pero si es nada, si es una banalidad?. ¿En qué quedará ese mi deseo, que no sé si es mío, de explicarme?
Para ser digno de lo que siento regué mi cuerpo con agua caliente, peiné mi cabello, afeité mi cara
y perfumé mis axilas. Me siento limpio pero las ideas siguen molestándome sin revelarse, miro en un espejo
y es de las pocas veces que no me doy miedo. Tengo una tarea y estoy preparado.
Quiero elevarme, sin ponerme profético, sobre la inmundicia del horrible programa
de vivir casi sin tiempo, sin espacios abiertos, sin buen rollo con nuestros cuerpos.
Bla, bla, bla ... Palabras que se las lleva el viento. ¿A donde irá a parar todo esto?.
A pesar de ir escribiendo con toda libertad exponiéndome al ridículo siento todavía atenazada mi garganta.
Estoy a punto, algo sube a la superficie, está cerca, casi podré declarar que la tengo ya atrapada
la idea que estaba escondida en mi pecho: Es una idea universal, vieja y gastada. No me pertenece.
Tan solo me ha utilizado para ser su mensajero. Ya la tengo, ya disfruto, ya grito paradójicamente contento
y proclamo la la gran verdad necesaria en estos tiempos: Piedad y si no compredéis esa palabra preguntadle a Miguel Ángel,
Mi pecho es un vientre abierto y satisfecho. Ha sido un esforzado un parto.