miércoles, 28 de abril de 2010

POÉTICA DE BOLSILLO
DESGARROS
Desgarro es una fea palabra castellana
que sin embargo lleva una carga poética enorme dentro.

Huele al polvillo invisible que aventa la rotura
de una tela fiel y antígua, una tela muy usada
una segunda piel que más que acariciarte a ti tú la acariciabas.

Todo desgarro produce una desvelación,
una exhibición de lo que había debajo del tejido,
entre las costuras de su herida
frecuentemente supura una realidad inesperada.

Comprendo a los jóvenes que llevan pantalones desgarrados,
rotos estratégicamente,
enseñando la piel de unas piernas
que ellos ya saben, tan jóvenes, que no sostienen nada.

Si por desgarros fuera sería el más joven de todos
pués de tantos tejidos que mi cuerpo está hecho,
sin hablar los de mi alma, todos están desgarrados.

Y siendo como soy, a veces deseo desprenderme de los harapos
y mostrarme desnudo con todas mis pústulas perfumando
los alrededores con sus aromas premonitorios
de los licores en los que se diulirán todos mis tejidos
en la oscuridad de una caja abandonada,
o, si pudiera evitarlo, en el humo de una universidad
porque al final serviría para enseñar algo a esos jóvenes desgreñados
que después de utilizarme saldrian a la calle a vivir
su protesta desgarrada.