viernes, 24 de diciembre de 2010

ACONTECIMIENTOS
FELICITACION NAVIDEÑA DE 2010
En recuerdo de Carlos Humet, incinerado ayer, primer colega muerto del equipo de jóvenes que hicimos nacer la informática en Barcelona por los entonces calendarios de los años setenta.

Como físico y cosmólogo aficionado que soy persistentemente desde los 17 años - pues fue cuando leí a Poincaré - me he dado cuenta, tan tarde como después de 62, que mi vida se mide por la vueltas alrededor de la estrella que llamamos Sol.

Lo que esa afición provocó en muchos curiosos de las estructuras del universo y los átomos fue una reverente aceptación del "Deus ex machina". En mí - por el contrario - instaló la idea de mi presencia actual en un universo que existe desde hace 13.700 millones de años como algo imposible de evitar por encima incluso del deseo de mis progenitores. Alguien como yo, como vosotros, existiríamos sin duda; solo era cuestión de tiempo, de años. Años que no existían aún como tales como concepto pues nuestro Sol tardó 8.200 de aquellos años hipotéticos en aparacer y nosotros un poquito más hasta llamar año al tiempo de un giro solar. Complicado asunto éste de hacer retroceder nuestras medidas de tiempo a tiempos en los que no existían los patrones para evaluarlas. Cuanto más escribo más se refleja la complejidad del concepto tiempo.

Soy, con vosotros y todos los seres vivientes, consecuencia del ineluctable proceso que la materia recorre por saberse a si misma.

Pronto no estaremos en ese tiovivo estelar. Sea lo que sea, el tiempo tiene un carácter poco prógido. Es un dato constatable experimentalmente. Se mida en vueltas o se mida en fracciones bimillonarias de esas vueltas, llamadas segundos. Cuando ya llevas unas cuantas – ya no eres joven - sabes que eso que pueda ser el tiempo todavía no sabes lo que es pero conoces su principal atributo: Escasez.

Los relojes no miden el tiempo, solo se comparan con otros relojes. Nuestro reloj primordial es el Sol pero lo que llamamos tiempo nadie sabe lo que es.

Todas las religiones trascendentales dan una respuesta dogmática al problema de nuestra existencia dentro de eso que llamamos tiempo. Y es que el tiempo nos da miedo, mucho miedo.

Yo estoy con el maestro José Saramago: “Hoy estamos y mañana no. Es simple”.

Felices fiestas