martes, 26 de enero de 2010

POÉTICA DE BOLSILLO
CASI NADA
Ya no se trata de que hayas fracasado que sí, que fracasaste de manera sonrojante pero vaya ¿Quién no tiene en su historia algun fracaso?. Casi no importa que durante décadas estuvieses mirando para otro lado ignorando que la realidad hacía su labor de zapa agusanando tus ensoñaciones de hombre de perfil desinteresado, generoso y despreocupado. Sientes un deseo de renovarte, una ligereza de ánimo estimulante y crees haber encontrado un nuevo renacer dejando todos los objetos que te han acompañado. Decides comenzar de nuevo y te sientes feliz al comprender que hay circunstancias que te enseñan el camino de la renuncia. Curiosos caminos en medio de una crisis que si sabes mirar profundamente dentro de ella dicen los que van de sabios, te ofrecen soluciones para crecer de nuevo. Ya veremos

El hombre como animal que es, se adapta. Pero no has contado con el ciudadano, con el consumidor y cuando entre la niebla que tampoco ves, ni siquera la propia niebla, decides alegremente volver a partir de cero, renacer, descubres que has de pagar un esfuerzo enorme porque la playa que es tu historia te hace tropezar con mil pecios: Objetos amados que ya no caben en el futuro que proyectas. Objetos que no son tuyos si no de quien les ha dado vida. Quizá una esposa ausente o una hija medio cercana. O Las diferentes personas que has ido siendo a lo largo de tus posesiones que aparentemente te reafirmaban en tu misma mismedad. Sin olvidar las personas que se cruzaron contigo.

Intentas desacerte de ellos y todos te suplican que no los abandones, no nos dejes, te dicen. Y cínicamente apuntan “te va a costar un pastón si quieres desacerte de nosotros”. Comienzas a darte cuenta de que tienes muchos más objetos de los que creías y todos levantan su voz pora seguirte poseyendo ¿o acaso creías lo contrario?.

Cazuelas en las que has hecho centenares de guisos, guapos libros que incluso firmaste con un ex libris, montones de fotos, discos y camas donde lloraste muchas veces y donde tambien el sexo y el amor estuvo presente. “¿Ahora nos abandonas?”, dicen. ¡Si!, respondes pero un poco asustado, reconócelo..

Te comprendo no es fácil desprenderse de la memoria que barniza los objetos. Por sencilla que haya sido tu vida material una vez que has tomado la decisión de volver a comenzar descubres, te descubren ellas, que hay centenares de cosas ocultas en cajones que lloran, te imploran que no las ponga en el arrollo.

Ahora hablo yo: A las cosas que me gritan su miedo les digo “No tengo donde dejaros”. Habrá de ser traumático para las dos partes. Entonces saltan unas cuantas y gritan: “Oye que algunas de nosotras no somos tuyas. Tú no has vivido solo con nosotras. Había por aquí un par de personas que nos amaron y no estamos dispuestas a quedar en la calle por tu orgullosa libertad de comenzar de cero. Así que o nos buscas un nuevo hogar o ya veremos como te apañas”

Y es verdad. No todas las cosas con las que hemos convivido muchos años nos son indiferentes y ni siquiera han estado a nuestro lado porque hayan sido nuestras.

Y así podríamos hablar largo rato de como las cosas siempre son demasiadas y llega un momento que desprenderte de ellas es un esfuerzo titánico que además, según y como lo plantees, puedes herir no solo a las propias cosas que reclamarán ante el mundo tu desparpajo natural si no las de otras personas que te diran: “Oye esa cosa es importante en mi vida”.

Estabas alegre por haber decidido comenzar de nuevo como cuando te robaron el ordenador cargado con todas tus cositas y descubres que en este mundo ya no es que tener cosas sea una cuestión monetaria y de esfuerzo por conseguirlas es que al final las propias cosas se rebelan si deseas dejarlas en un intento que no considero utópico por su parte: El interés de las cosas de poseerte a ti.