CACERÍA
Es la hora de la noche cuando toda la floresta se agita con rumores de los ratoncitos escondiéndose al oír la batida de las alas del Duc que está volando con las garras de sus versos bien abiertas.
En el bosque se sabe que ese búho viejo siempre falla en sus vuelos y acaba desplumándose, por ejemplo, contra una encina a la sombra de una luna indiferente pero todos hacían la comedia de esconderse en sus cavernas como si en ello les fuese la vida.
“Eso de escaparnos corriendo hacia la cueva lo hacemos para que no se sienta ofendido”, le dice un ratón viejo a su nieto y prosigue, “No te la vas a creer pero se alimenta de los frutos de un árbol”.
El Duc volvió a su rama mientras la luna seguía mirando para otro lado y se despachó un madroño con suma delicia.