martes, 29 de noviembre de 2011

TROTANDO

Sancho, sobre el rucio, no iba acertando con la pregunta que quería hacerle a Don Alonso y que le había atormentado aquella noche después de comprobar que las notas, escritas torpemente solo con el nombre de Teresa en los ganchos que a propósito había en la posada, habian desaparecido a la mañana siguiente.

- Señor, quisiera preguntarle una cosa que ha sucedido y tiene visos de encantamiento
- Dime Sancho, dijo el Quijote desde la altura de Rocinante.
- Pues la cosa es que había dejado unas fotos en Internet y, avergonzado de ellas, las borré porque "para vergüenzas, las ajenas" que decía el licenciado y no me pareció apropiado haber enseñado las mías, una vez que las vi expuestas.
- ¿A donde quieres ir a parar balandrón?. Veo que me quieres comprometer en una respuesta muy dificil
- Es que han vuelto a aparecer despues de haberlas borrado. A mi se me hace que es cosa de encantamiento. ¿Qué puedo hacer?
- Eres un penco Sancho. Una vez expones tus vergüenzas al mundo cualquiera puede gitanear con ellas intentando tapar las suyas. Sepas Sancho todos tenemos vergúenzas pero es ridícula la conducta de esparcirlas por el mundo. No te preocupes, al fin nadie sabrá de ti porque tan solo eres mi escudero. Yo velaré por la honra de los dos.

Y con eso Sancho se quedó tranquilo pues su Señor protegía su honra.