martes, 29 de noviembre de 2011

LA MOSCA ILUSTRADA

Últimamente acostumbro a cenar algo, casi siempre un par de emparedados de pan ligero, una loncha de queso suave y algún embutido. Fácil de masticar. Aún no me he acostumbrado a mis nuevos dientes implantados con garantía solo para tres años.

En ello estaba cuando se posó una mosca sobre lo que tenía en la mano y la espanté un poco asqueado. Al instante regresó y mi curiosidad hizo que la observara.

Le gustaba mas el queso fundido que el jamón. No deduje ninguna tesis religiosa, tan solo me mantuve en observación. Antes de atacar con su palpos otro rinconcito de queso se frotaba las patas delanteras, vamos sus manos, con la fruición del pobre que adelanta el placer de un banquete por fin caliente.

Pensé en que podía contaminar mi alimento que además le costaba obtener pues el queso cada vez estaba más frío y más espeso.

Cansado de espantarla cambié de estrategia y en una cucharilla puse agua con mucho azucar suponiendo que le seria más fácil alimentarse. Nada, me temo que no le gusta el agua.

Vueltas y vueltas daba alrededor de mi mano compitiendo conmigo por el bocadillo hasta que me cansé y alargué mi mano como lo haría con su lengua un camaleón pero erré la suerte y se me escapó.

Ahora está dando vueltas, mientras escribo, alrededor de mis manos que os teclean y se posa en mis dedos que la alejan con su movimiento pero vuelve y vuelve. Salta de mi mano al ratón, del ratón al móvil y retorna a mis manos. Es pesadísima pero ya no puedo matarla.

Me alegro de no haberla matado. Cuando la veía trabajando sus palpos sobre el queso, tan delicada, tan tiernamente adolescente, buscando su alimento, me acordé de mi hija.

Y entonces sentí la verdad de que esta mosquita pequeña, de alas plateadas, haya nacido justo cuando está entrando el invierno, tal como mi hija que me busca cuando el frío rodea su vida.
Ahora está en la pantalla, recorriéndola línea a línea como si supiera leer.

Hoy dormiré a gusto porque he visto un pequeño trozo de vida.
Ojalá mañana siga en la cocina, ojalá mi hija siga en mi vida.